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Odio la gente que para el ascensor lleno y se baja en la primera planta.
Odio la gente que aprueba exámenes copiando y se queda tan ancha.
Odio esperar una llamada importante que nunca llega.
Odio que los alumnos no respeten a los profesores.
Odio las barbaridades que sueltan por sus bocas algunos políticos.
Odio el verano.
Odio oír a alguien cantar más alto que la propia música en una discoteca.
Odio los huevos fritos.
Odio la política educacional actual.
Odio a la gente que pierde el tiempo.
Odio ir a sitios que no me gustan nada por complacer a los demás.
Odio las salas de cine llenas.
Y la frescura de la gente también.
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En los últimos años, el concepto del «rústico español moderno» ha cobrado
fuerza en el ámbito de la arquitectura y el diseño de interiores,
transformando l...



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